La gente tiene la percepción de que el Gobierno es el único responsable de las alzas en los artículos de primera necesidad derivadas del incremento en los carburantes. Esa percepción se alimenta en gran medida de la falta de transparencia con que las autoridades han manejado el asunto de los carburantes. No se ha explicado, por de pronto, la razón por la cual los precios de los derivados eran más bajos cuando el petróleo se situó a 147.50 dólares el barril y la prima del dólar estaba al 34 por uno, que ahora que la moneda está al 37.87 y el crudo a alrededor de 110. Es obvio que la politización de la Ley de Hidrocarburos ha tenido más que ver con el malestar sobre los precios que los factores externos que invocan las autoridades. Los 214.20 de la gasolina premium, los 201.90 de la regular, y los 99.50 del gas licuado de petróleo son precios históricos, que se han alcanzado con un petróleo que también llegó a desplomarse por debajo de los 50 dólares el barril. Las interrogantes plantean la necesidad de transparentar el negocio de los carburantes.

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