Malo que es Gilberto Santa Rosa


SANTO DOMINGO. Gilberto Santa Rosa es culpable de muchas cosas en su vida. Malo que es este muchacho. Ya se imaginaban sus padres que eso de andar detrás de las orquestas desde muy jovencito le iba a hacer daño. Los bailadores no se imaginan la clase de arma letal que es Gilbertito -como le dice mi hermano Andy Montañez-; no pueden saber lo que se esconde detrás de esa genuflexión que hace con sus rodillas cuando termina un tema. Generalmente se toca la rodilla izquierda con la mano derecha. Y tal vez por ahí ande la cosa. Hay que dejarse de vaina -como dice su dúo en su álbum Irrepetible, con el irrepetible Johnny Ventura- Gilberto Santa Rosa es (debe ser) un tipo muy malo. Detrás de ese motecito de El Caballero de la Salsa debe esconder algún arma estratégica que afecta la estabilidad de la región. ¿Alguien se ha preguntado qué ha hecho con sus 13 discos de oro, sus 13 discos de platino y sus 3 discos de super platino? Por lo menos debe haber comprado una bomba nuclear. Tiene que ser algo así, demasiado grave. La cuestión es que Gilberto Santa Rosa, junto a su amigo, el lanzador cubano exiliado Maels Rodríguez, autor del único juego perfecto registrado en los anales de la pelota cubana, ha sido culpable de que el capitán del equipo Cuba de pelota, Frederich Cepeda, fuese expulsado del equipo y le fuera prohibido jugar más béisbol, por el presidente de la Federación Cubana de Béisbol, Higinio Vélez en una clara actitud de “intransigencia revolucionaria”. Gilberto, el mismo que canta eso de “que alguien me diga, cómo se olvida, cómo se arranca para siempre un amor del corazón…”, tuvo a bien -seguramente planeado por sabe Dios qué oscuras fuerzas- de saludar, junto a su amigo Maels, al pelotero que dirigía el equipo Cuba durante los pasados juegos Centroamericanos en Puerto Rico. Sabrá Dios también la clase de cosas que le dijeron a Frederich Cepeda, porque cuando el hasta entonces capitán de la legendaria pelota cubana subió a su habitación en el hotel que se hospedaba en Puerto Rico, recibió tan dura reprimenda del duro Vélez, que este le gritó que era un “contrarrevolucionario” y un “traidor”. A su regreso a Cuba, Cepeda no jugo más. Ni pudo viajar más. Valga que el pasado 19 de noviembre, a instancias del bueno de Antonio Castro, su papá y su tío se reunieron con Cepeda y le perdonaron la vida. Así que podrá jugar de nuevo. Pero eso sí, hay quienes se imaginan que el emblemático jugador cubano, no quiere ni oir más un disco de Gilberto Santa Rosa. ¡Hay que dejarse de vaina, caballeros, que lo que le pasó no es cosa de juegos!

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